Un hombre con túnica de tonos morados y su manto marrón camina desde el desierto montañoso hacia el pueblo de Hebron, el sol esta comenzando a atenuarse, señal que la tarde esta llegando. Su paso es pausado, camina sin apuro y en su rostro no refleja ninguna preocupación lo único en que piensa es en terminar su labor de hoy y buscar una posada para pasar la noche y mañana buscar algún tipo de trabajo que le pueda dar sustento por unos días mientras permanece en Hebron.
Ya en las periferias del pueblo un hombre viene caminando apresurado en sentido contrario como escapando. Meir al pasar a su lado se detiene y le pregunta a donde va con tanta prisa.
-No es de su incumbencia, déjeme en paz- decía el hombre mientras seguía su paso acelerado.
-No es mi intención molestarlo, pero no puedo dejarlo ir-
Meir busco la mirada del hombre y en ese momento el hombre dejo de andar de manera súbita, el hombre parecía estar bastante asustado y con cara de no saber que estaba sucediendo.
-Que pasa por que no puedo caminar, es usted un brujo o un demonio maldita sea déjeme en paz-
No soy un brujo ni un demonio responde Meir, mas bien todo lo contrario, pero no te puedo dejar, tu Señor me ha enviado hoy a sacarte de acá, tu sabes que tu actuar ha ido en contra de muchas de sus leyes, y el me envía a mostrarte que las leyes están hechas para cumplirse, toda la gente que has matado para robarle lo poco que tenían, en que crees que pensaban antes de que se apaguen sus vidas, ellos pensaban por que les pasaba eso a ellos si habían actuado bien, acaso Dios no existe, hoy estoy acá para mostrarte que Dios si existe y que ahora el no dejara pasar que mas gente como tu siga pisando este suelo creado para la paz.
Meir se acerca al hombre que en ese momento se encontraba inmóvil y con lagrimas en los ojos corriendo por sus mejillas.
-Por favor prometo que cambiare, lo juro por el nombre de lo mas sagrado- decía el hombre llorando de manera desgarradora.
- Tu Señor sabe que no lo lograras y prefiere evitar mayor pesar a mas personas, eres un sacrificio para un bien mayor- Meir pone una mano en el hombro del hombre y el hombre al cabo de unos segundos se desploma en el piso.
Meir sigue su camino hacia Hebron, su rostro sigue inmutable a pesar de la situación, hay alegría en su rostro, ya que siente que esta ayudando y que esta cumpliendo su labor encomendada por su Dios. El sol se esta ocultando tras las montañas mostrando una vista increíble del atardecer y el piensa que majestuoso fue el creador para realizar esta obra tan maravillosa y por que se habrá tenido que retirar para darle pase a su hijo mayor.......